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Instan al uso cuasi maniático de la mascarilla, a la hipocondría exacerbada y febril; la cábala globalista que subyuga las naciones atenta sin temple contra las festividades tradicionales cristianas, condena al ostracismo a nuestros mayores y, en definitiva, dinamita la moral del grey cristiano.
Ellos y sus subordinados son quiénes velan imposiciones liberticidas. Aquellos que, coaligados con el truculento paradigma, propalan sin catadura de ecuanimidad informativa las falsedades que, pusilánimes, las masas aceptan sin aparente resignación.
Sepa el lector, que afanar a la vida no constituye sino el preludio de la muerte segunda.
Es en estas fatídicas circunstancias, cuando el cristiano ha de mantener su fidelidad a la palabra de Dios mostrándose inalienable frente a los embustes oficiales, influjo de la injerencia diabólica sobre nuestros estados.