martes, 19 de julio de 2022

El Faraón que endurece su corazón

 



   "Pero tal como Dios lo había dicho, en cuanto el rey vio que ya todo había pasado, no les hizo caso, sino que se puso más terco y no dejó salir a los israelitas." 

Éxodo 8:15

El versículo antecitado pertenece al libro de Éxodo, capítulo 8 y versículo 14; refiere al Faraón de Egipto, quién habiendo subyugado con dolo al pueblo de Israel, sometiéndolo a la esclavitud y a los exactores, tuvo ante Dios una actitud intransigente aún después de haber sido librado de su mal obrar precedente. 

Es en estos pasajes cuando se relatan las célebres diez plagas de Egipto: diez ocasiones en que el Faraón pide piedad a Yahvé a través de Moisés, y que después de ser condonado, retorna a su habitual incorrección. Un endurecimiento tras otro que lo llevaría finalmente a la derrota ante los israelitas.

Así, planteo una analogía en la que se compara al cristiano - como lo es usted o yo - con el Faraón: constituye un gran peligro que nosotros, viéndonos sitiados por las tentativas de Satanás, no encontremos tras la comisión del pecado arrepentimiento verdadero alguno; que encontrándonos pecadores, clamemos a Dios por perdón, para volver a conculcar su palabra inmediatamente después. Esta situación descrita se define como endurecimiento, y escapar de ella es un proceso inextricable. Tanto, que Jesús lo describió así: 

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. Entonces dice: “Volveré a mi casa de donde salí”; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa"

Mateo 12:43-45

La sucesión de las plagas de Egipto fue de cada vez mayor envergadura: empezando con agua que se convierte en sangre, y terminando con la muerte de todos los primogénitos. 

Así, las "plagas" que nos acechan a los pecadores serán tanto mayores 

Es preciso concretar que después de la comisión de un pecado, nuestro corazón caído tiende al endurecimiento 




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