Pensando que Jesús iba entre la gente, hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres lo vieron, se sorprendieron; y su madre le dijo: —Hijo mío , ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia. Jesús les contestó: —¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no entendieron lo que les decía.
Lucas 2:41-50
Presentóse Jesucristo en antedicho contexto: una Judea decadente, eclética; en que tanto podías encontrar judíos fieles a la Tora como paganos helenísticos, sumergida en una coyuntura política deplorable; los poderhabientes religiosos y políticos se hallaban inficionados de una rampante corrupción.
Los primeros años de Jesús no se diferenciaron respecto a los de cualquier judío contemporáneo a su tiempo. Celebraron sus padres el rito que enfatiza el Tanaj – lo circuncidaron y entregaron en oblación dos tórtolas o dos palominos, de lo cual se colige una situación económica desfavorecida –, y su vida transcurrió, hasta bien llegada la adultez, como aprendiz del oficio de José.
Manifestó incipiente interés por su vocación providencial, siendo que era capaz de leer Hebreo – como se constata, cuando oraba los textos de Isaías –, e inquiría a los sabios del templo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario